PATRÓN DE EDUARDO MANOSTIJERAS AMIGURUMI EN ESPAÑOL E INGLÉS
Eduardo Manostijeras fue la adaptación a la estética gótica del cuento de Pinocho, aunque ambas historias tienen puntos en común con el Monstruo de Frankestein. Todas ellas criaturas fabulosas inventadas por hombres corrientes –un carpintero, un científico de poca monta, o un fabricante de galletas- que trataban de traer a la vida a un ser nuevo, prescindiendo de Dios. En las tres historias, los recién nacidos son maltratados o perseguidos por una sociedad adocenada y conservadora. Y en las tres, la imagen femenina –un hada, una niña, una adolescente- es la única salvación de un mundo lleno de peligros para la inocencia y la bondad marginal de los monstruos.
Se han cumplido 30 años del joven que apenas sabía pronunciar ciento noventa y tres palabras, cuyo creador murió antes de terminarlo –nada menos que Vicent Price-, dejándole un corazón de galleta y las manos con cuchillas y tijeras en lugar de dedos. No puede acariciar sin herir, le está vetado todo contacto y es por eso una leyenda triste.
Concebida en un principio como un musical, Michael Jackson iba a interpretar al joven Manostijeras pero tras unas cuantas visitas a Neverland, la guionista Caroline Thompson –responsable también de Pesadilla antes de Navidad y de La Novia Cadáver- creyó que la fuerte personalidad del Rey del Pop convertiría la película en algo muy distinto.
Eduardo Manostijeras Amigurumi, tiene una versión con dos tijeras de manicura en las manos, pero solo si lo tejéis para frikis e impenitentes adoradores tanto de Tim Burton como de J.Deep.
La historia comienza con una abuela que se la relata a su nieta. En este caso, yo lo tejí a petición de mi nieto, y para él ideé estos tubos de bisutería, son de plata y ya los tenía por casa de un viejo cinturón reciclado. Pero se pueden hacer perfectamente con tubos de la sección de herramientas de cualquier bazar. Al final se rematan con bolas de madera. Los niños pueden jugar sin la emoción de llenarse de cicatrices como nuestro Edward.
Ha sido un reto apasionante. La mirada perdida y reconcentrada del jardinero-peluquero-escultor de hielo, me perseguía. Ah, los amigurumistas estamos bastante neuróticos. ¿Os imagináis que como Pinocho, o como Frankie, o Edward, un día te levantes y alguno de tus gumis haya cobrado vida?…
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